Todos los países deberían tener el derecho de disponer de un paraje natural de belleza inigualable, que esconda leyendas y cuentos inimaginables, que permita soñar por un momento el formar parte de esas leyendas e imaginarse cientos de años atrás luchando contra dragones imaginarios y utilizando las fuerzas de la naturaleza para combatirlos y, al final, ganar el trofeo de la vida eterna que proporcionan las leyendas transmitidas entre generaciones.
Vietnam lo tiene, se llama Bahía de Ha-Long.